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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 10 de agosto de 2021

El slogan “no más pobres en un país rico” debería implicar honestidad, justicia y eficiencia. Y la expresión complementaria “palabra de maestro” debería implicar honorabilidad, cumplimiento y efectividad. El problema es que el slogan es solo eso: un slogan. Nada que ver con los acontecimientos recientes.

Corrupción sin precedentes… eso es lo que más se ve en el flamante Gobierno del Presidente Pedro Castillo. Las primeras designaciones de funcionarios gubernamentales – ministros, directores, asesores y demás – son reveladoras. Coimeros, chantajistas, clientelistas, impostores, traficantes de licencias, terroristas, narcotraficantes, mafiosos, violadores, alcohólicos… gente de la peor calaña está asumiendo los más altos cargos gubernamentales.

Ahora bien – es verdad – corrupción hemos tenido siempre. Por ello no tenemos agua, salud, educación y seguridad. Por ello fracasó la regionalización. Por ello hay gente pobre que vive miserablemente. Por ello hay tanta informalidad en nuestro país. Sin embargo – también es verdad – junto con la corrupción, siempre hubo integridad en el Estado.

Como que la corrupción convivía con la honestidad. Jueces corruptos y jueces probos, médicos mafiosos y médicos abnegados, funcionarios coimeros y funcionarios honestos, etc. El Estado peruano tenía de todo… bueno y malo. Y digo “tenía” porque este Gobierno está destruyendo todo bueno que quedaba en el Estado.

¡Mucho cuidado! Los corruptos son – en esencia – cínicos, mentirosos, traicioneros, y todo lo demás. Firman cualquier declaración sin reparo alguno… como la Proclama Ciudadana que firmaron hace poco los entonces candidatos Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Para Castillo, hoy esa proclama es – tan solo – un papel obsoleto, cuyo contenido no sirvió para nada.

Para los corruptos jurar es como eructar. Incluso, muchos enarbolan la bandera de la lucha contra la corrupción. Les gusta fungir de santurrones. Para muestra un botón: Martín Vizcarra… tremendo coimero. Otro botón: Vladimir Cerrón… otro tremendo coimero. Y mil casos más.

Una vez le escuché decir al Cardenal Pedro Barreto – Arzobispo de Huancayo – que los corruptos van más allá de la fragilidad natural de los seres humanos. Las personas corruptas están ancladas en sus autosuficiencias. No saben reconocer sus actitudes fraudulentas. Ni mucho menos arrepentirse de ellas. Los corruptos se hunden – cada vez más – en el fango de la mentira y la maldad. Viven sumidos en la corrupción. Pero no lo quieren reconocer. En el fondo son unos cobardes. ¡Su hipocresía no tiene límites!

Los corruptos son personas desintegradas. Se sirven de todos sus poderes para dejar secuelas de miseria en la gran mayoría de la población. Aparecen como personas que cumplen externamente las normas, pero sus corazones están llenos de podredumbre e inmoralidad. Viven una doble vida. Sus conversaciones privadas – sobre todo sus WhatsApp – los pintan de cuerpo entero.

Por eso – a los corruptos – se les dice también sepulcros blanqueados, llenos de huesos secos y podredumbre. La corrupción es como la adicción a las drogas. El soborno – o la coima – comienza por un pequeño sobre que luego se convierte en adicción. Los corruptos son lo peor de la especie humana. Dan de comer a sus hijos pan sucio. No tienen dignidad.

Ahora bien. El problema es que la corrupción no es – sólo – una afrenta, una vergüenza, o un deshonor. La corrupción es mucho más que un descaro moral. La corrupción es – sobre todo – una pesada e injusta carga para la población civil. Por eso hay que combatirla con firmeza y valentía. Pero dado que el Gobierno no podrá combatir la corrupción – puesto que el Gobierno es la corrupción – tenemos que hacerle frente desde la ciudadanía. ¡No queda otra!

OTROSIDIGO: Por supuesto que estoy en contra del comunismo, marxismo, leninismo, maoísmo que inspira a los miembros de Perú Libre. Los exterminios humanos más atroces de la historia fueron perpetrados por regímenes de esa ideología. Sin embargo, peor aún que la ideología retrógrada y totalitaria del partido de Gobierno, es la moral podrida y torcida de sus dirigentes.

En ese sentido, la gran amenaza peruana del momento es – parafraseando el slogan del partido de Gobierno – no más honestos en un Gobierno corrupto… palabra de Perú Libre.


Imagen: elcomercio.pe