Jamás hubiera calificado a nuestra democracia de pelotuda, de no ser por el inefable Guillermo Bermejo – Congresista de Perú Libre – quien en su momento dijo que si llegaban al poder no lo soltarían jamás. Y que su partido – el partido de Vladimir Cerrón – no creía en pelotudeces democráticas.
Por eso me pregunto, ¿qué sentido tuvo que Pedro Castillo – candidato de Perú Libre, en ese entonces – firmara la llamada “Proclama Ciudadana” en la que se comprometía, entre otras cosas, a respetar la Constitución y las instituciones democráticas, y a dejar el poder cuando concluya su mandato en el 2026?
No hay nada que hacer. Para muchos militantes de Perú Libre, jurar es igual que tirarse un chancho. Es decir, eructar. Hablan de unidad, pero lo único que hacen es confrontar y dividir. Proponen un gabinete ministerial idóneo y de ancha base, y arman uno que más parece una célula senderista. Saben que la Constitución no prevé la figura del referéndum para una Asamblea Constituyente, pero pretenden convocarla a la bruta.
Sí pues. Bermejo estaba en lo cierto. Tenemos una democracia pelotuda. Tanto que el Poder Judicial no fue capaz de sentenciarlo por terrorismo, por delitos cometidos años atrás, por más pruebas flagrantes que existan en su contra. Tan pelotuda es nuestra democracia, que estamos llenos de delincuentes en los más altos cargos gubernamentales, todos escudados cínicamente detrás de la presunción de inocencia.
Tan pelotuda es nuestra democracia que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), y su compinche la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) permitieron candidatear a tremendos delincuentes convictos y confesos – Martín Vizcarra, incluido – pero excluyeron de la contienda a ciudadanos decentes, por errores de forma absolutamente irrelevantes.
Y ¿qué me dicen de los congresistas pelotudos que le dieron su voto de confianza al Gabinete Bellido? Un gabinete plagado de prontuariados por terrorismo, violencia familiar, feminicidio, corrupción, falsedad genérica, corrupción, clientelismo político, y todo lo demás. Claro que tenemos una democracia pelotuda.
Y cierro con casi todos los funcionarios de alto rango del Gobierno Central – empezando por el propio Presidente Castillo – que jamás han hecho nada por la vida… excepto gritar a voz en cuello, destruir patrimonios ajenos, y – eso sí – alzar el puño bien en alto. Aquellos que no tienen moral, y – por ende – no están calificados para gobernar.
Efectivamente, tenemos un Gobierno Central tan pelotudo que pretende transferir más recursos a los Gobernadores Regionales. Es decir, a aquellos funcionarios mayoritariamente corruptos y mafiosos. Aquellos personajes hechos a la medida de la coima y el chantaje… tipo Vladimir Cerrón, amo y señor de Perú Libre.
El tema es ¿qué hacer frente a este panorama tan grave para los peruanos? Pues luchar. Como lo planteé en un artículo anterior en Lampadia… luchar desde la ciudadanía. Defender nuestros derechos a la libertad de expresión y opinión. Defender a los periodistas de medios televisivos, radiales y escritos que también están librando la batalla contra la corrupción en el Gobierno.
Colaborar con el Ministerio Público – y apoyarlo moralmente – en el proceso de investigación contra la Organización Criminal Los Dinámicos del Centro. Ahí están todos metidos en la colada: Cerrón, Boluarte, casi todos los ministros, varios congresistas de Perú Libre… y hasta el propio Castillo. Investigar y desenmascarar las irregularidades cometidas en los nombramientos de funcionarios de alto rango del Gobierno.
Apoyar en la recolección de firmas para evitar la inconstitucional “Asamblea Constituyente Plurinacional”. Reivindicar a nuestras Fuerzas Armadas y Policiales ante las frecuentes humillaciones recibidas de parte del Gobierno. Respaldar a los congresistas que planteen censuras ministeriales, sobre todo a los que planteen la vacancia presidencial por incapacidad moral permanente.
Luchar contra la democracia pelotuda… ¡eso es lo que tenemos que hacer!
Imagen: archivofotografico.congreso.gob.pe