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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 30 de noviembre de 2020

La ciudadanía está enfrentada con la Policía Nacional del Perú (PNP). La juventud está enfrentada con las generaciones mayores. Los peruanos que estuvieron en contra de la vacancia de Vizcarra están enfrentados con los que estuvieron a favor. Y así por el estilo. Políticos, periodistas, abogados constitucionalistas, académicos… todos contra todos. La polarización se está dando – incluso – entre amigos entrañables, entre jóvenes de la misma generación, y entre miembros de una misma familia. Y todo por la corrupción enquistada en diversos ámbitos de nuestra sociedad… pero sobre todo en la política.

¿Qué pasó? ¿Porqué estamos así? Mi conclusión es que la corrupción es la madre del cordero. Muchos dirán que estamos polarizados por tal o cual política, o tal o cual ley, o tal o cual medida gubernamental. Seguramente hay algo de cierto en ello. Pero hurgando más en profundidad – les aseguro – siempre aparece la corrupción… agazapada.

Recapitulemos. ¿Porqué traicionó Vizcarra a PPK? ¿Acaso no tenía algo sucio que esconder? ¿Acaso la diosa coima no había deambulado por Moquegua durante su gestión como Presidente Regional? Y luego ¿para qué disolver al Congreso de entonces? Incluso ¿para qué seguir pechando al nuevo Congreso? ¿Acaso no había que distraer a la opinión pública para tapar sus fechorías moqueguanas? Primera conclusión: la corrupción del expresidente Vizcarra está detrás de todo este desmadre.

¿Y la mafia de las universidades bamba – y las demás mafias – enquistadas en el Congreso de la República? ¿Y la corrupción a nivel de municipalidades y Gobiernos Regionales? ¿Y los médicos y docentes corruptos? ¿Incluso los jueces y fiscales corruptos? ¿Y las mafias de los brevetes? ¿Y los militares y policías corruptos? ¿Acaso la corrupción no es la gran ganadora de todo este caos? Segunda conclusión: la corrupción de funcionarios públicos está – también – detrás de todo este desmadre político.

El problema – sin embargo – es que la gran pagana del caos político que vive el país es la PNP. ¡Qué injusticia! La corrupción en el Estado llegó a tal nivel de podredumbre que despertó la ira de la población civil… especialmente de la juventud. Y por ello surgieron las manifestaciones de protesta.

Frente a ello ¿qué querían?… ¿que la Policía no saliera a resguardar el orden público? Además, no se hagan los santurrones. Las protestas no fueron totalmente pacíficas. Como siempre ocurre en estos casos, el vandalismo se mimetizó con la muchedumbre y de allí salieron pedradas, bengalas, y sabe Dios qué otros proyectiles dirigidos contra la policía.

¿Y qué decir de las imágenes de jóvenes lanzando pintura a la policía inmóvil? ¿Acaso eso no es humillación? ¡Qué falta de respeto a nuestra Policía! ¿Y la imagen del contenedor de basura – en llamas – lanzado contra la policía? ¡No nos vengan con cuentos! Claro que hubo vandalismo infiltrado en medio de las manifestaciones de protesta. Y también hubo violencia injustificada de parte de ciertos policías intolerantes. Ante ello, solo queda exigir sanción a los vándalos y a los malos policías; pero sin generalizar a uno u otro bando.

A lo que quiero llegar es que nos hemos polarizado por causa de la corrupción. A ese respecto, la única polarización que cabe – o debe caber – es la moral. ¿Integridad o corrupción? Ahí sí cabe la intolerancia cero. Pero no. Nos hemos vuelto intolerantes frente a ideologías diferentes, culturas diferentes, y edades diferentes. Incluso, nos hemos polarizado por venir de regiones diferentes, y por tener razas, gustos, opiniones, y religiones diferentes… ¡peligrosísimo! Parece que la corrupción nos está ganando.