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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 27 de julio de 2021

La gestión pública resultó – para mí – una experiencia muy intensa y aleccionadora. Me refiero al Gobierno Regional de Ica que me tocó presidir entre el 2105 y el 2018. Yo sabía que había mucha corrupción en el Estado, pero no conocía su modo de operación al detalle. Y no me refiero a las coimas de altísimo nivel – tipo Toledo, Humala, Vizcarra, Cerrón y los varios etcéteras que aparecen día tras día – que ya sabemos… se expresan en dólares, y con seis o siete ceros a la derecha. Me refiero más bien a la corrupción que me tocó confrontar… a la del Gobierno Regional de Ica.

Cuando asumí el cargo en el 2015, todas – repito – todas las gerencias y direcciones regionales estaban dominadas por gente medrosa que coimeaba – sin escrúpulos – en favor de sus propios intereses. Sin embargo – curiosamente – en todas las dependencias había también gente honesta y trabajadora. Como que el mal convivía con el bien. Y todo suave… la vida seguía su curso como si nada.

Pues bien; yo NO estuve de acuerdo con esa forma de gobernar. Así como repudiamos la corrupción, repudiamos también la permisividad. La vida NO podía seguir su curso normal, si la corrupción seguía enquistada en el Gobierno Regional. Por eso confrontamos a las mafias de Salud y Transportes, entre otras. La corrupción – lo he dicho mil veces – es un cáncer que afecta principalmente a la ciudadanía.

Ahora bien, el problema se agravó porque detrás de las mafias iqueñas hubo mucha complicidad periodística. Periodistas que todo lo falsean para que las mafias aparecieran como santurronas, y yo como abusivo. Dignos seguidores del proverbio… “el enemigo de mi enemigo… es mi amigo”. Por ello su amistad con las mafias. Publicaban panfletos anónimos, redactados por cobardes que no se atrevían a dar la cara, con el único fin de embarrar mi honra, y la de nuestros gerentes y directores.

A todo ello se sumó la politiquería de ciertos Congresistas y Consejeros Regionales quienes también – proverbialmente – eran amigos de mis enemigos. Constantemente arremetían contra quienes estábamos poniendo orden en la institución. A ese respecto, nuestro proceder fue muy simple y predecible: sancionar – de acuerdo a ley – a quienes cometían faltas graves… abandono injustificado del trabajo, falsificación de documentos, robos de equipos y materiales… y la falta más recurrente; cobros indebidos, o – en cristiano – coimas.

Pues bien, resultó que esas faltas graves – que venían desde toda la vida – jamás fueron sancionadas por las gestiones anteriores a la mía… ni – dicho sea de paso – por la actual. ¿Corrupción desde el “número uno”? Ciertamente. ¿Permisividad? También. Lo cual está mal, muy mal. Porque tan grave como la corrupción, es no hacer nada para combatirla.

Pero como “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista” el cáncer de la corrupción en el Gobierno Regional menguó. Nadie dice que lo extirpamos por completo, pero sí que lo confrontamos con firmeza, y lo redujimos significativamente. Activamos diversos procesos disciplinarios, todos en estricto cumplimiento de las normas laborales, las cuales – valgan verdades – son justas y respetuosas de los derechos de los trabajadores. A pesar de ello, sancionamos a cerca de 500 malos funcionarios, más de la mitad destituidos, y algunos de ellos – hasta – con penas de cárcel.

Nuestra actitud frente a la corrupción fue CONFRONTACIONAL. Así, con mayúsculas. Gobernar no es estar bien con Dios y con el diablo. Para nosotros, gobernar fue accionar y sancionar cuando correspondía; y – por supuesto – reconocer y premiar a los buenos servidores públicos... que ciertamente los había… y sigue habiendo. Gracias a ellos – precisamente – mejoramos mucho nuestros servicios a la ciudadanía.

Ahora bien, a lo que quiero llegar es que el problema moral que los peruanos tenemos al frente – de cara al Bicentenario – es mucho mayor que el que tuve en Ica, en el período 2015 – 2018. No sólo los Gobiernos Regionales y Locales están infestados de funcionarios corruptos. El Gobierno Central – a partir de este 28 de julio – va a pasar a manos de un partido político que está siendo seriamente investigado por ser una Organización Criminal, muy corrupta y fraudulenta.

Consecuentemente, sólo quedamos nosotros – la ciudadanía, aliada con cierta prensa – para luchar contra la corrupción en el Estado. No hay más. El Estado no lo va a hacer. Estamos en tiempos de CONFRONTACIÓN… desde la ciudadanía.

A ese respecto va mi invocación. No tengamos miedo al presente. Dios nos ha puesto en el Perú – y en este momento de la historia – para CONFRONTAR a la corrupción en el Estado. Tenemos que florecer donde Dios nos ha plantado… en medio de un Estado que se desmorona porque ha roto con sus raíces morales. Tenemos que luchar por la verdad, la justicia, el bien, y la vida. Son tiempos de CONFRONTACIÓN.