Pedro Castillo se hizo conocido a raíz de la huelga magisterial del 2017. En ese entonces, Castillo era el Presidente del Comité de Lucha de dicha huelga. En lo que a mí respecta – aún sin haberlo tratado cara a cara – conocí a un personaje despiadado, súper violento, intratable y cínico. ¡Cómo olvidar la finta de tirarse al suelo para aparentar una agresión policial inexistente!
Aparte de provocar la pérdida del año escolar de un millón y medio de niños y jóvenes estudiantes, los peruanos fuimos testigos de los más brutales actos vandálicos, ocasionados por maestros que más parecían jaurías de perros rabiosos: daños a aeropuertos, bloqueos de carreteras, daños a vehículos particulares, toma de estaciones de energía eléctrica, y – como ocurrió en Ica – agresiones a mansalva contra maestros y escolares que no se plegaban a la huelga.
Por ello, la Procuradoría Especializada en Delitos Contra el Orden Público del Ministerio del Interior – entonces a cargo del Ministro Carlos Basombrío – denunció a Castillo Terrones y a otros facinerosos por los delitos de extorsión y otros ilícitos penales. La referida denuncia se presentó ante la Fiscalía Superior Contra el Crimen Organizado, donde Castillo y sus secuaces figuran como cabecillas, mandos medios, y ejecutores de la Organización Criminal “Los Protestantes del Sur”.
En cuanto a la protesta en sí, el Ministerio de Educación – entonces a cargo de la Ministra Marilú Martens – hizo todo lo posible para atender las demandas salariales de los maestros. El Presidente Pedro Pablo Kuczynski, el Primer Ministro Fernando Zavala… todo el Gobierno Central se puso del lado del magisterio. Yo puedo dar fe de ello.
En aquel entonces yo era Gobernador Regional de Ica, y todos los Gobernadores Regionales coordinábamos con el Gobierno Central la solución a la huelga. Sin embargo, las negociaciones fracasaron porque los huelguistas se oponían a la evaluación de los docentes, mientras que el Ministerio de Educación – acertadamente – exigía la meritocracia en la carrera magisterial.
El hecho es que – a raíz de los acontecimientos de aquella infausta huelga – salieron dos versiones acerca del carácter y personalidad de Pedro Castillo Terrones… la cara más visible y representativa de la protesta magisterial. A decir del Ministerio del Interior – y con muchas pruebas inobjetables de por medio – Castillo resultó ser un sedicioso más, íntimamente ligado al MOVADEF y a CONARE SUTEP, ambos brazos políticos de Sendero Luminoso.
Sin embargo, para el Ministerio de Educación, Pedro Castillo era más bien un buen tipo… pero débil de carácter. Tanto que no pudo contener las arremetidas de los sediciosos infiltrados en los sindicatos de la educación peruana que propiciaron – y prolongaron a la bruta – la huelga magisterial del 2017. En otras palabras – según el Ministerio de Educación – Pedro Castillo sería un pelele… una persona de poco carácter que se dejaba manejar por los demás, muy fácilmente.
Bueno pues, en honor a la verdad – y a la luz de los acontecimientos recientes – yo no sabría cómo calificar a Pedro Castillo… flamante Presidente de la República. ¿Un sedicioso o un pelele dominado por sediciosos? Veamos porqué.
Si fuera el propio Presidente Castillo quien hubiera decidido la designación del inefable Guido Bellido como Primer Ministro – a pesar de estar inmerso en un proceso penal por apología al terrorismo, y además de su clara actitud machista, homofóbica, misógina, clasista, subversiva, y todo lo demás – estaríamos ante un Presidente sedicioso… convicto y confeso. Y más aún, con el agravante de haber conformado un Gabinete Ministerial de apertura, donde varios de sus miembros – aparte de no tener ninguna experiencia en gestión pública – cuentan con antecedentes de terrorismo, corrupción y sanciones de todo tipo.
En cambio, si la designación de Bellido se hubiera debido a una imposición del también inefable sedicioso Vladimir Cerrón – un sentenciado por corrupción, Castrista y Chavista hasta la médula, y escandalosamente involucrado en la Organización Criminal los Dinámicos del Centro – estaríamos ante la faceta pelele del Presidente Castillo.
El problema es que cualquiera sea el caso, tampoco sabría decir qué es peor: ¿un Presidente sedicioso, o un Presidente pelele dominado por sediciosos? Más bien, lo que sí sé, es que cualquiera sea el carácter y personalidad del Presidente – sedicioso o pelele – estamos mal. ¡Muy mal!
¿Qué hacer? Pues protestar en alta voz contra el terrorismo. Desenmascarar a los corruptos. Exigir transparencia e idoneidad en el Estado. Respaldar y proteger a los valientes fiscales que están investigando a la mafia de Vladimir Cerrón. Apoyar a los congresistas que planteen la vacancia presidencial por incapacidad moral permanente. Y – por supuesto – respaldar y agradecer a los peruanos valientes y honestos que están por todo el país… en el Estado y en la Sociedad Civil.