Cuando el Presidente Castillo habla de moralidad, unidad, y gobernabilidad, me pasa lo del Ministro Francke cuando ve un carro de lujo: me pica el ojo y me hinca el hígado. ¡No lo puedo negar! Sobre todo, cuando – instantes antes – puede haberse mandado de hacha contra la inversión extranjera, el empresariado nacional, el periodismo de investigación, la oposición política, o quien sea que no le agrade. ¡Es tan cínico!
Muchos peruanos – ¡cuántos serán! – han caído en el juego del cinismo presidencial. Para ellos, la patética actuación del entonces dirigente sindical Pedro Castillo, y la consecuente pérdida del año escolar 2017 de un millón y medio de niños y jóvenes peruanos, no cuenta para nada. Y menos, el cordón umbilical que existe entre la organización criminal Los Dinámicos del Centro, Perú Libre, y Pedro Castillo.
Tampoco cuenta haber convocado a terroristas, narcotraficantes, azuzadores, etc. para conformar su Gabinete Ministerial, y que éstos a su vez convoquen a gente de igual o peor calaña para ocupar los cargos de más alta responsabilidad en los ministerios y demás instituciones del Estado.
¡Cuántas veces hemos escuchado las consignas retrógradas y fracasadas del comunismo de: (1) acceso al poder, (2) sostenimiento en el poder, y (3) sucesión en el poder... con el único fin de perpetuarse en sus cargos y copar al Estado, vía una Asamblea Constituyente a la bruta, tal cual ocurrió en Venezuela, Cuba y Nicaragua!
Evo Morales y sus secuaces ingresan a nuestro país, sin dejar huella de su paso por migraciones… y no pasa nada. ¿A qué vienen los dirigentes del Movimiento al Socialismo Boliviano (MAS)? Y ¿qué hace un hombre de la tenebrosa agencia de inteligencia cubana – el Gallo Zamora – fungiendo de embajador de Cuba en nuestro país? ¿Alguien duda de los oscuros intereses detrás del trono?
¿Qué plan esconde el Presidente Castillo, al pretender nombrar – sin mérito alguno – a oficiales de mando medio en los más altos cargos del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas? Y la filtración del examen de conocimientos a los maestros… ¿acaso no queda al descubierto el copamiento estratégico de la educación peruana por la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación del Perú (FENATE Perú) … el sindicato formado por Pedro Castillo?
La minería y el gas de Camisea – literalmente – arden bajo fuego directo atizado por el propio Gobierno… y no pasa nada. El desempleo y la informalidad laboral aumentan. El dólar y los precios se disparan. Los ahorros de millones de peruanos salen del país en busca de seguridad.
En el ámbito mafioso, Arturo Cárdenas – alias Pinturita – y los demás pandilleros de Vladimir Cerrón, a pesar de la orden de prisión preventiva en su contra, están no habidos. ¿Dónde están? Dicen que fugaron del país, están en Bolivia. ¡Qué más quieren que les cuente!
Lo que estamos viviendo – y va para peor – es una tiranía muy corrupta y maltratadora. Una tiranía mafiosa. Mejor dicho, un narco Estado, aliado con el terrorismo. Un país – como Cuba y Venezuela – sin comida, sin medicamentos, sin empresas dónde trabajar, sin futuro. Un país de colas, escaseces, bonos alimentarios, mercados negros. Un país inmundo, miserable, caótico. Un país de pobres extremos y emigrantes. Pero eso sí, una cúpula dirigencial todopoderosa, multimillonaria.
Parafraseando al inefable Congresista Bermejo… ¡dejémonos de pelotudeces democráticas! Efectivamente, estamos llenos de demócratas pelotudos. Personas que no cuestionan que el Presidente Castillo esté rodeado de tipos como Bruno Pacheco, Karelim López, Zamir Villaverde, y otros de la misma calaña.
Y ¿qué decir del Fiscal que durante el allanamiento de la oficina del Secretario Presidencial en Palacio de Gobierno – además de omitir la confiscación de los US$ 20,000 escondidos en el baño – requisó un celular nuevo, sin ninguna llamada ni WhatsApp de por medio?
¿Qué les pasa a esos periodistas que le dan cabida a políticos mafiosos para que se muestren como mansas palomas? ¿En qué planeta viven esos que se comen el cuento de los visitadores de la casa de Breña, donde – según el Presidente, ahí sí, sin sombrero – sólo iban a tomar café?
No señores. Una democracia de verdad implica orden, libertad, transparencia, integridad, eficiencia, seguridad, progreso, paz, bienestar, etc. Pero no. Esto no es una democracia de verdad. Estamos ante la máxima expresión de una democracia pelotuda. Una democracia en camino hacia una cruel y maldita tiranía.
P. D. Por todo lo dicho – y por muchas cosas más – cada vez más peruanos estamos a favor de la vacancia presidencial por incapacidad moral permanente.