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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 12 de junio de 2019

Ica es un éxito económico. Muchos peruanos compartimos tal apreciación. Ica es ciertamente la región más dinámica y diversificada de nuestro país. Ica tiene de todo; y de ese todo, nuestra región tiene lo mejor de lo mejor. Minería y energía; grande y pequeña. Pesca y acuicultura; industrial y artesanal. Avicultura, tanto para carne como para huevos. La mejor agricultura del mundo está en Ica. Me refiero a nuestra fruticultura y horticultura de exportación, así como a nuestros viveros que están a la par de los mejores viveros del mundo.

En materia manufacturera Ica es la cuna de los mejores vinos y piscos peruanos, y lo mismo se puede decir de nuestra industria textil y de confecciones. Y si de industrias pesadas se tratara, Ica tiene lo mejor de lo mejor en materia de industrias siderúrgicas y fundiciones.
Por otro lado, los iqueños nos sentimos orgullosos de nuestros afamados destinos turísticos, donde destacan la Reserva Natural de Paracas, La Huacachina, conocida como el Oasis de América, y las mundialmente famosas líneas de Nasca y Palpa. Todo complementado con nuestra extraordinaria cocina, artesanía y folklore.

No obstante todo lo anterior, Ica es un fracaso social. Efectivamente, los servicios de agua potable y alcantarillado son paupérrimos. Recién podemos exhibir una mejora al respecto, con el proyecto de Agua para Ica que hizo el Gobierno Regional anterior. Pero aún tenemos un largo camino por recorrer. Aparte de la población, es inconcebible que instituciones tan vitales como hospitales, escuelas, establecimientos penitenciarios, entre otros, estén expuestos a tan malos servicios sanitarios. Y lo mismo se puede decir de la basura y el tráfico vehicular en nuestras principales ciudades. Un caos total.

La inseguridad que vive la ciudadanía es también tremenda. Los iqueños estamos expuestos a todos los delitos habidos y por haber: robos, asaltos, crímenes, extorsiones, estafas, violaciones, drogas, alcoholismo, vandalismos, atropellos, choques, ruidos, tráfico de tierras, y varios etcéteras dominan la vida diaria de los iqueños.

La pregunta es ¿por qué tanta contradicción entre lo económico y lo social? Pues bien, en mi opinión, la respuesta a esta interrogante está en el ámbito moral, y se llama CORRUPCIÓN e INDOLENCIA. Así, en mayúscula.

Estoy convencido de que nuestros paupérrimos servicios de agua potable y alcantarillado se deben principalmente a la corrupción de ciertos funcionarios de nuestras empresas de agua y saneamiento. La indolencia de muchas autoridades municipales está detrás de nuestros clamorosos fracasos en materia de recolección de basura y tratamiento de residuos sólidos. El caótico tráfico vehicular se explica básicamente por la corruptela en el otorgamiento de permisos de circulación. Y en cuanto a nuestra inseguridad ciudadana, es sabido de la participación de algunos malos policías dentro de las organizaciones delincuenciales que merodean por nuestras calles y plazas.

Es pues evidente que por el lado económico, nuestra región es un ejemplo notable para el resto del país. Inclusive, por el lado de la infraestructura mayor, el futuro pinta bien. Pasemos revista a las principales obras de infraestructura que hemos encarrilado en estos últimos años: Autopista Chincha – Ica. Tren de cercanías Huacho – Ica. Puerto San Martín, Pisco. Aeropuerto de Pisco. Siembra y cosecha de agua en las cabezadas de todas nuestras cuencas. Tren Apurímac – Marcona. Puerto Marcona. Colegio de Alto Rendimiento (COAR) en Ica. Entre otras.

Ciertamente, tomará algún tiempo y varias gestiones gubernamentales ejecutar tamaña infraestructura, pero todos los proyectos antes mencionados constituyen iniciativas público – privadas debidamente priorizadas, sustentadas financieramente, y con demandas aseguradas. Así que por ese lado… ¡manos a la obra!

El problema, repito, está en el ámbito moral. El futuro de nuestra región está supeditado al éxito (o fracaso) respecto a nuestra lucha contra la corrupción y la indolencia. He ahí nuestro mayor desafío.