Jesús estuvo en contra de la tiranía de los romanos. Sin embargo, también estuvo en contra de los abusos y maltratros de las autoridades políticas del mismo pueblo de Israel.
Efectivamente, muchas autoridades judías imponían cargas pesadas a sus propios conciudadanos… “desasistiéndolos y arrojándolos a la pobreza, impotencia y desesperanza”. A esos funcionarios abusivos – Jesús – los llamó “ladrones y bandidos asalariados”.
Entonces, volvamos a preguntarnos. ¿Acaso el Estado peruano – el de nuestro tiempo – no está lleno de “ladrones y bandidos asalariados”? ¿Acaso no hay médicos que abandonan los hospitales y “desasisten” a sus pacientes? ¿Cuántos funcionarios maltratan a los ciudadanos “arrojándolos a la pobreza, impotencia y desesperanza”? ¿Cómo llamar a los coimeros que trafican con los brevetes? ¿Y los que venden cargos públicos como si fueran de su propiedad? ¿Cómo calificar a los que ingresan a trabajar en el Estado con certificados de estudios falsos? ¿Cómo llamar a los “diezmeros” que negocian con las obras públicas? ¿Y los que rinden cuentas de viáticos con facturas falsas? ¿Acaso no son – todos – unos reverendos “ladrones y bandidos asalariados”?
Sí pues… estamos llenos de déspotas y tiranos. ¿Qué preconizaba Jesús a ese respecto? “Ningún funcionario público está para ser servido, sino para servir”. Eso decía Jesús. En ese sentido – valgan verdades – hay autoridades honestas y serviciales que merecen nuestro reconocimiento y gratitud. Pero no me estoy refiriendo a ellos. Me estoy refiriendo a los “ladrones y bandidos asalariados”. Aquellos que vociferan “purito corazón” pero que – en realidad – son “purita corrupción”. Esos que dicen “estamos para servir, y no para ser servidos” pero coimean a diestra y siniestra para recuperar sus gastos de campaña. Aquellos que dicen ser “un gobierno con rostro humano”, pero que – en la práctica – son “un gobierno con rostro de aportantes del partido”.
¡Cuidado con esos lobos disfrazados de cucufatos! Felizmente – en ese sentido – las cosas están cambiando. La ciudadanía empoderada está poniendo en su sitio a los peces gordos de la corrupción en nuestro país… presidentes, ministros, jueces, fiscales, congresistas, empresarios, y otros más.
Ahora falta que funcionarios corruptos – de menor jerarquía – reciban también su merecido. Me refiero a los que abusan de su poder y maltratan a los ciudadanos de a pie. No serán los peces gordos que salen en primeras planas… pero – igual – son unas lacras.
¡No a la tiranía – o despotismo – de Estado! ¡No a la corrupción! ¡Fuera los “ladrones y bandidos asalariados”!