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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 10 de diciembre de 2019

Todo el mundo sabe que el Estado es un mal comprador… y un pésimo contratante. Los procesos de compras y contrataciones estatales están plagados de vicios, sobrevaluaciones, sobornos… y todo lo demás. Todas las instituciones – nacionales e internacionales – que han analizado el tema, llegaron a la misma conclusión. Las políticas, los procedimientos, la proliferación de organismos públicos, los funcionarios involucrados en dichos procesos… todo está mal.

Aparte de estar mal estructurado, el sistema es ineficiente, obsoleto, engorroso, y – lo que es peor – promueve la corrupción. Varios puntos del PBI están en cuentas personales de estas pandillas de facinerosos que nos roban – de manera descarada y sistemática – a todos los peruanos.
Pero no solo plata se roban esos desgraciados. Los servicios públicos devienen en deplorables. Hospitales inoperativos. Equipos médicos obsoletos. Medicamentos vencidos. Colas de amanecida. Carreteras destrozadas. Puentes inservibles. Represas inacabadas. Ciegos con brevetes. Pésima educación pública. En resumen… corrupción, despilfarro, y maltrato a más no poder.

El problema se mide en miles de millones. O sea, billones. Cualquiera sea la moneda – soles, dólares o euros – estamos hablando de un chorro de dinero. Así de grande es la nuez. Todos los días, todos los meses, todos los años, la corrupción se llena de plata… a costa de todos los peruanos.

Los números y opiniones que vienen a continuación provienen de un reporte del Banco Mundial. (Reporte No. ACS22743). ¿Quién solicitó dicha evaluación? El MEF. O sea, el Estado peruano, a través del Ministerio de Economía y Finanzas. ¿Qué dice el reporte?

A eso quería llegar. En la compra de vehículos, cemento, y combustibles… ahí está la gran cutra. El Banco Mundial – es entendible – debe guardar las formas. Pero nosotros no. Nosotros decimos las cosas por su nombre. Al pan, pan y al vino, vino.

La proliferación de “Unidades Ejecutoras” ha generado una gran dispersión de precios por el mismo bien o servicio. Algunas veces incluso comprados al mismo proveedor.

¡Pongan atención a lo que viene a continuación! Los precios de cemento comprado por diferentes organismos gubernamentales varían en 350%. O sea, lo que unos compran a 100, otros compran a 350. ¡Qué tales choros! Los precios de vehículos sedán varían en 600%. O sea, un vehículo que cuesta – digamos – US$ 15,000, unos sinvergüenzas lo compran a US$ 90,000. Peor aún. ¡Tres cuartas partes de los procesos de compras y contrataciones del Estado tienen un solo licitador!

El Estado tiene alrededor de tres mil entidades compradoras. ¡3,000! Salvo poquísimas excepciones, cada una es más corrupta e ineficiente que la otra. La pregunta es ¿por qué no se digitalizan los procesos de compras y contrataciones del Estado? ¿Por qué no se le encarga a Perú Compras la función de compras de TODAS las instituciones del Estado? Si Perú Compras existe y conoce del tema ¿por qué no se toma al toro por las astas? y solucionado el problema.

Mas claro… ni el agua. El Gobierno NO está interesado en combatir la corrupción. Lo mismo se puede decir de los gobiernos anteriores. Todo el floro anticorrupción es eso… puro floro. No hay voluntad política para combatir la corrupción.

Mientras no se centralicen y digitalicen los procesos de compras y contrataciones del Estado, la corrupción seguirá suelta en plaza.