Según la Real Academia Española (RAE) “fobia” significa aversión o rechazo. “Fobia” también significa odio o antipatía por alguien o por algo. En el caso concreto del presente artículo, “fobia” significa odio y envidia por el éxito empresarial en el agro peruano.
Efectivamente, una vez más – como tantas veces en el pasado – la envidia y la mediocridad están al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más, el populismo, la demagogia y la politiquería pretenden malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.
Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria – la recientemente derogada – y su complemento el Régimen Laboral Agrario, constituyeron dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de Ica y Chavimochic están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la aplicación de las dos leyes en cuestión.
La agricultura empresarial peruana es un éxito a nivel mundial. Excepto para ciertos políticos locales – incluidos algunos periodistas, académicos y dirigentes sociales – que jamás han visto lo que ha pasado en los estupendos huertos frutícolas y hortícolas de nuestra Costa.
La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.
Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!
En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo. La pequeña agricultura – incluso, la de la Sierra y la Selva – está cada vez más presente en las exportaciones de paltas, mangos, bananos, granadas, cítricos, espárragos, alcachofas, quinua…
La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, EsSalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y la dignidad también. ¡Cuántas mentiras se han vertido en torno a las notables mejoras en las condiciones de trabajo en el campo, y en el trato a los trabajadores y sus familias!
Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en Ica y La Libertad! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.
El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.
La agricultura empresarial de nuestro país – grande, mediana, y pequeña – constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, genética de plantas y animales, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben – fundamentalmente, por el aumento de las remuneraciones de los trabajadores – pero también sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.
Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!
Pues bien. La fobia al éxito empresarial en el agro y el populismo político… eso que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder, ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.
Muchos peruanos estamos indignados a este respecto. Y yo – como hombre de campo que he sido toda mi vida – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender – y respaldar – a quienes propiciaron tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestro país. Me refiero a empresarios, técnicos, científicos, docentes, trabajadores, funcionarios, proveedores, comerciantes, consumidores… a TODOS.
¡No al populismo político! ¡No a la fobia empresarial en el agro peruano!