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ARTÍCULOFERNANDO CILLÓNIZ BENAVIDES

Lima, 8 de abril de 2019

El delito más denunciado en las comisarías de Ica es Violencia Familiar. Durante toda mi gestión como Gobernador Regional – dentro del marco de las sesiones mensuales del Consejo Regional de Seguridad Ciudadana (CORESEC) – el representante de la Policía Nacional del Perú daba cuenta de esta penosa realidad. Violencia emocional, violencia física y violencia sexual. Esas eran – y siguen siendo – las denuncias más recurrentes en las comisarías de la región. ¡Y eso que no todos los casos de violencia familiar son denunciados! Obvio. Es muy riesgoso para una mujer o niño denunciar a un familiar violador.

El hecho es que los hogares iqueños son más inseguros que los más tenebrosos espacios públicos de la región. Víctimas y victimarios conviven bajo un mismo techo. Pero ahí no acaba la cosa. Según la Encuesta Demográfica de Salud Familiar (ENDES), Ica está reportada como una región de bajo Índice de Violencia Familiar, comparada con otras regiones del interior del país. Conclusión: el problema es mucho peor de lo que pudiéramos imaginar. La violencia familiar – física, sicológica y sexual – está arraigada en todo el Perú.
Colas
Los hogares peruanos están atravesando por una crisis profunda. De allí la drogadicción, pandillaje, alcoholismo, pornografía, criminalidad, etc. La madre del cordero está en las familias. Por eso la inmoralidad generalizada. Por eso la corrupción a tope.

Nuestras familias se están desintegrando. Nos estamos animalizando. O peor aún, nos estamos embruteciendo. Me da la impresión de que la prensa – sobre todo la televisión – tiene mucho que ver en el asunto. Nunca se había visto tanta sangre en las noticias, como ahora. Los noticieros muestran un marcado sesgo hacia noticias sobre maldades, muertes, mentiras e injusticias. “Nada bueno ocurre en nuestro país”. El Perú es lo que propalan los noticieros. ¡Una porquería! A eso nos está llevando la prensa.

Por otro lado, el consumismo nos está corrompiendo. “Todo vale para poseer un objeto de moda”. Y el relativismo es aún peor. “Da igual, lo bueno y lo malo”.

En mi niñez, el Tío Johnny nos inculcó el amor a nuestros padres y abuelos, a hacer las tareas escolares y obedecer a nuestros maestros, a jugar con los amigos, a cuidar a la naturaleza, y respetar a la Policía.

Ahora, no hay sano entretenimiento. No hay programas culturales. La Televisión peruana abdicó de su labor educativa. Lo único que hay son violaciones, drogas, crímenes, robos, asaltos, farándula y escándalos de corrupción. El dios rating es lo único que manda.

Todo lo demás, viene por añadidura. Las redes sociales – esa maravilla tecnológica del siglo XXI – se ha convertido en un antro de groserías, insultos y calumnias de la más baja estofa. Las Fake News y los Trols llegaron a nuestros hogares para quedarse para siempre.

Ante tanta degeneración, la ciudadanía empoderada debemos tomar al toro por las astas. ¡Manos a la obra! No nos negamos a las malas noticias. Pero también queremos de las buenas. Queremos entretenimiento y educación. Queremos verdad, justicia, bien y vida.

No esperemos nada del Estado. El Estado es parte del problema. ¡Es el turno de la ciudadanía empoderada! Padres de familia, maestros, periodistas, empresarios, trabajadores, religiosos, ciudadanos en general. En nuestras manos está la salida de esta profunda crisis moral.