En el contexto del presente artículo, una célula es un grupo de personas que funciona de modo independiente dentro de un organismo. Visto así, si el organismo en cuestión es la población civil de nuestro país; los actos de protesta – individuales y colectivos – que vienen ocurriendo prácticamente todos los días en todo el país, constituyen sendas revueltas sociales celulares, espontáneas, extraordinarias, que tarde o temprano – y yo diría, más temprano que tarde – propiciarán la caída del gobierno del Presidente Castillo.
Las células sociales que protestan espontáneamente – al ser independientes entre sí – no tienen un líder único que las convoque; y menos, uno que dé las órdenes o que las dirija. Cada célula tiene su propio liderazgo y su propia estructura y membresía. Pero eso sí, todas tienen un denominador común: el repudio al Presidente Castillo y a su entorno.
Efectivamente, las células sociales en cuestión detestan la corrupción, la mentira, el cinismo, la inoperancia, y todo lo demás… tanto del Presidente, como de sus ministros. Además – y sobre todo – detestan a los sobrinos y amigotes del Presidente, cada cual más coimero y mafioso que el otro.
Las células sociales que vienen protestando y confrontando al gobierno – mayoritariamente – provienen de la sociedad civil. Son del pueblo. De ese pueblo del que tanto se jacta y ufana el Presidente, pero al que tanto maltrata y engaña.
Por ejemplo, la masiva marcha de protesta del 5 de abril pasado fue una revuelta social celular extraordinaria. Nadie – en particular – la convocó. Nadie dio ninguna orden de cómo vestir, qué llevar, qué corear, ni dónde marchar. Simplemente, ocurrió – en Lima y en todo el país – espontáneamente, masivamente, patrióticamente… como si hubiera sido perfectamente orquestada y planificada. ¡Una maravilla!
Días después – el 22 de abril – el desaire público de los ex comandos de las Fuerzas Armadas… al propio Presidente de la República, en pleno estrado de honor, en plena ceremonia de aniversario por los 25 años de la heroica y patriótica Operación Chavín de Huántar, fue otra revuelta social celular extraordinaria. ¡Memorable!
Luego – el 29 de abril – en el mismísimo emporio de Gamarra en La Victoria, emblema máximo del emprendimiento productivo y comercial en nuestro país, representantes de 200 gremios y conglomerados empresariales de todos los sectores, manifestaron su repudio al Presidente Castillo por la nefasta política económica y social de su gobierno, y la gravísima crisis económica y laboral que han acarreado.
Y así por el estilo, muchas revueltas sociales celulares están ocurriendo prácticamente todos los días en todo el país. Incluso, algunas provienen de compatriotas que trabajan en el propio Estado. Por ejemplo, el discurso del Jefe de la Dirección contra el Terrorismo de la Policía (DIRCOTE) Óscar Arriola – el mismo día del desplante de los ex comandos Chavín de Huántar – fue también memorable. ¡Así se defiende a la Patria! ¡Así se habla cuando está de por medio el terrorismo!
Y qué decir de ciertos policías y fiscales – jóvenes desconocidos, la mayoría – que se compran el pleito de la lucha frontal contra mafias como Los Dinámicos del Centro, y otras… con Vladimir Cerrón y Pedro Castillo embarrados hasta el cogote. ¡Cómo no sentir admiración y gratitud plena hacia aquellos valientes servidores públicos! Eso también constituye una revuelta social celular extraordinaria.
Está muy claro. Hay corrupción – y de la brava – en el Estado y en la Sociedad Civil. Pero también hay integridad y eficiencia. Yo puedo dar fe de ello. Ahí donde hay corrupción, hay también integridad.
Por ello – por los peruanos honestos y serviciales que están por todos lados, en el Estado y en la Sociedad Civil – no debemos perder la fe. Gracias a las revueltas sociales celulares, el desenlace anhelado – me refiero a la vacancia presidencial y la caída del gobierno actual – está cada vez más cerca. En ese sentido, bienvenidas más revueltas sociales celulares en todo el país.
La mafia está en el gobierno, pero no tiene el poder. Eso lo reconoce hasta el propio Cerrón. Y tiene razón. El poder está en la calle, no en el gobierno. Entonces, en vez de que la mafia – que está en el gobierno – tome el poder, nuestro objetivo debe ser que la mafia deje el gobierno.
Aunque, como se sabe… con tantos anticuchos en su haber, el Presidente Castillo no va a renunciar; y el Congreso – con tantos “niños” en su interior – tampoco lo va a vacar. Entonces, no queda otra. Las revueltas sociales celulares lo van a vacar… las recientes, y las que ocurrirán en los próximos días en todo el país. ¡Vamos Perú… sí se puede!
Fuente imagen: larepublica.pe