Veamos ahora qué está pasando en Ica. Últimamente – y de manera creciente – estoy recibiendo informes y testimonios de ciudadanos iqueños que dan cuenta del severo deterioro de los servicios y atenciones de los hospitales públicos en la región. Y en particular, del Hospital Regional de Ica.
¿Qué dicen los iqueños? Pues que nuevamente hay médicos que abandonan los hospitales en horario de trabajo. Y por ende, de nuevo las colas. De nuevo el maltrato a los pacientes. De nuevo los cupos por puestos de trabajo. De nuevo los negociados con medicinas robadas. En resumen… volvió la corrupción a los hospitales de Ica.
Pero ahí no queda la cosa. La mafia de los brevetes está de vuelta en Ica. La Dirección Regional de Transportes se ha vuelto a llenar de tramitadores. Todo Ica lo sabe. S/. 500 cuesta cada brevete. Tal cual el brevete de la hija del Congresista Segura. 100% legal. Pero eso sí… ¡sin exámenes! Ante ello uno se pregunta. ¿Y los órganos de control del Estado?
¡Es una lástima! Lo que tanto costó corregir en la gestión anterior, se ha echado a perder en cuestión de unos pocos meses. Por ello, ante la inacción de los organismos de control del Estado, y ante la evidente corrupción de Gobernadores Regionales, Alcaldes, y demás funcionarios públicos, la ciudadanía tiene que participar más decididamente en desenmascarar a estos sinvergüenzas… incluso a las primeras damas. Y a los maltratadores, también. Caiga quien caiga. Y le duela a quien le duela.
Este artículo pretende marcar el derrotero del nuevo rol que nos toca a los ciudadanos de a pie. Una ciudadanía participativa y exigente respecto de nuestros derechos civiles. Una ciudadanía confrontacional e intransigente frente a la corrupción en el Estado. Una ciudadanía consciente de que – ante la corrupción y el maltrato – nosotros tendremos que asumir el rol de control y fiscalización de nuestro propio Estado.
¡Hay que rebelarnos! Es el turno de la verdad. Es el turno de la justicia. Es el turno de la ciudadanía.