Pues bien, nosotros acabamos con tamaña impunidad. La legislación laboral peruana es muy clara – y justa – en materia de sanciones a los servidores que cometen faltas en el trabajo. En efecto – de acuerdo a ley – son faltas graves (1) el incumplimiento de las obligaciones de trabajo, (2) la apropiación indebida de bienes y servicios del Gobierno Regional, (3) la sustracción o utilización no autorizada de documentos de la institución, (4) la concurrencia al trabajo en estado de embriaguez, (5) los actos de violencia, injuria y faltamiento de palabra en agravio de otros funcionarios de la institución, (6) el daño intencional de los bienes del Gobierno Regional, (7) el abandono de trabajo y / o impuntualidad reiterada; entre otras.
En ese sentido, en atención a las recomendaciones de la Defensoría del Pueblo – y por respeto a la población iqueña, a quien nos debimos por entero – todas nuestras gerencias y direcciones regionales fueron muy rigurosas en el cumplimiento de las leyes y reglamentos en materia laboral.
¿Qué logramos con dicha política laboral? Disciplina. ¿Y qué vino detrás de la disciplina en el trabajo? Mejores servicios a la ciudadanía. ¡Ese fue el punto! Aunque los funcionarios sancionados pusieron el grito en el cielo, y jamás reconocieron sus faltas graves, impusimos – en buena lid – la disciplina laboral en el Gobierno Regional.
Gracias a la disciplina laboral – poco a poco – mejoramos la calidad de los servicios a la ciudadanía. Efectivamente, preguntados por la cordialidad, celeridad y honestidad con que fueron atendidos los ciudadanos que recurrieron al Gobierno Regional durante nuestra gestión; 70 % respondieron bueno y 27 % excelente. ¡Eso es progreso!
La atención en nuestros hospitales, escuelas, y direcciones como transportes, agricultura, trabajo, minería, y demás, mejoraron notablemente durante nuestra gestión. Con el aporte generoso y sacrificado de los trabajadores del Gobierno Regional ¡lo logramos!
Liderazgo. Disciplina. Idoneidad. De eso se trata la gestión pública.