¿Y el turismo? ¿Acaso no ven el impacto de la doble vía en la afluencia de turistas a Paracas e Ica? ¿Cuántas nuevas urbanizaciones y casas de playa se construirán a consecuencia de la Autopista? ¿Y el comercio… cuánto podría dinamizarse el comercio con el Puerto y el Aeropuerto de Pisco? La verdad… pareciera que nuestras autoridades no tienen idea de lo congestionada que está la carretera –si a eso se le puede llamar carretera– ni de los costos e ineficiencias que todo ello conlleva.
Por otro lado, apuesto doble contra sencillo que los pasos a desnivel para los centros poblados de Santa Cruz, Villacurí y Nueva Esperanza –incluso los puentes peatonales– van a quedar para ¡sabe Dios cuándo! O mejor dicho, hasta que haya un bloqueo de la Autopista por la muerte de un transeúnte.
¿Cuándo se construirán las vías alternas al Puerto y Aeropuerto de Pisco? ¿Y la conexión con la Vía Libertadores en San Clemente? ¿Y la vía de evitamiento de Ica? ¿Y la continuidad de la Autopista hasta Tacna? ¿Y el tren de cercanías?
Estamos hablando de obras de infraestructura concesionables. Es decir, obras cuyas inversiones provienen –en buena parte– de fuentes privadas, que se recuperan –a largo plazo– a través del cobro de peajes o tarifas, según corresponda.
Bueno pues, si el Gobierno no pisa el acelerador en esta materia, pasarán más de mil años para salir del hoyo en el que nos encontramos. El paso de tortuga del Estado no nos permitirá avanzar al ritmo requerido. Y peor aún si nuestras autoridades políticas andan pechándose unos a otros por quítame estas pajas.
¿O recurriremos a otros convenios de Gobierno a Gobierno para que hagan por nosotros lo que no somos capaces de hacer? No me parece.
Fuente: Peru21.pe