Es que Arequipa – como todo el Perú – recibe grandes beneficios de la minería. El progreso de Arequipa – y el bienestar de los arequipeños – se debe en buena medida a la minería responsable. La cantidad de empresas arequipeñas proveedoras de todo tipo de bienes y servicios – que dependen de la minería – es enorme. Empresas de transporte de personas y de carga. Hoteles y restaurantes. Empresas comerciales de todo tipo. Y – ciertamente – empresas proveedoras de equipos y maquinaria, altamente sofisticadas. Miles de empresas dependen de la minería, las cuales – a su vez – generan trabajo y bienestar a los arequipeños.
Mención especial merecen los Institutos Tecnológicos y Universidades arequipeñas. Ellos también dependen – en gran medida – de la minería arequipeña. Y ¡vaya que Arequipa tiene buenas instituciones académicas!
Y – por si fuera poco – el impacto de la minería arequipeña en obras de infraestructura pública es ejemplar. Carreteras y puentes, ferrovías, puertos, plantas de tratamiento de agua, generadoras de electricidad y líneas de transmisión de energía, hospitales, escuelas, campos deportivos, bosques, reservorios… y paro de contar. Repito. El que dice que Arequipa es anti minera no sabe lo que habla.
El que hayan anti mineros en Arequipa – empezando por el Gobernador Regional – es otra cosa. En todas partes se cuecen habas. En general, la politiquería es anti minera. El politiquero vive de la pobreza. Precisamente, para poder ofrecer migajas y lograr el voto de la población menesterosa. En esa categoría están varios alcaldes y dirigentes nacionales. Incluso congresistas y altas autoridades del Gobierno Central.
Son ellos – los politiqueros – los que están enfrascados en frustrar el desarrollo del proyecto minero Tía María en Islay – Arequipa. Lamentablemente, falta liderazgo para contrarrestar a la politiquería. Desde el Presidente de la República y algunos ministros, pasando por el Gobernador Regional de Arequipa y ciertos alcaldes locales, el Estado está fallando estrepitosamente en el caso de Tía María.
Muchos arequipeños se lamentan de esa falta de liderazgo. ¡Cuántos jóvenes arequipeños estarían – hoy – siendo capacitados en las estupendas universidades e institutos tecnológicos de la región, para trabajar en la mina y / o en las empresas proveedoras de la mina! ¡Cuántas empresas locales han perdido la oportunidad de atender la gran demanda de bienes y servicios de la mina!
El fracaso de Tía María es ¡tarea cumplida! para los politiqueros. Muchos isleños seguirán pobres por mucho tiempo. Por otro lado, el fracaso de Tía María es ¡pobreza y frustración! para un gran número de arequipeños.
En fin. A pesar de todo – con sus politiqueros y sus nevadas – Arequipa es lo que es… ¡lo máximo!